Un día u otro los gatos tenían que aparecer en este blog, los que me
conocéis sabéis que esto era inevitable. ¡Y es que son tan monos! Todos
los que convivimos con gatos pensamos que los nuestros son los más
bonitos, simpáticos, listos y, en suma, especiales de todo el universo
gatuno. Ocurre como con los niños pero es más exagerado. Al fin y al
cabo a los hijos hay que educarlos y convertirlos en personitas de
provecho, lo cual exige un poco más objetividad y bastante más
responsabilidad. Sin embargo, estos pequeños peludos no tienen necesidad
de aprender lecciones para vivir independientemente, y ni siquiera los
presentas en sociedad, por lo que no tienen que aprender maneras. Los
pobres están encerrados en casa y quien viene a visitarte tiene que
soportar que le cuentes la retahíla de monerías del minino como quien va
a casa de unos recién casados y se tiene que tragar las 150 fotos y las
dos horas y media de vídeo. Creo que los del club de amigos de los
gatos somos conscientes de lo plastas que somos, pero es inevitable.
Estamos rendidos a sus pies.
Lo único que exijo de mis gatos es que no arañen mucho mis muebles y que
no se peleen salvajemente. En esto soy muy firme con ellos, pero por lo
demás me tienen absolutamente comido el terreno y son los puñeteros
amos de la casa. Te llenan de pelos el sofá, te acosan cada vez que
abres la nevera, se tumban en tu mesa, justo delante de la pantalla del
ordenador, obligándote a hacer contorsionismo para continuar trabajando,
se meten en las maletas, mochilas y hasta en el carro de la compra, en
su obsesión por ocupar todos los espacios pequeños... Y nosotros lo
aguantamos todo con una sonrisa y con mucha más paciencia que la que
gastaríamos con cualquier humano igual de invasivo.
Son animales fascinantes, con personalidades muy marcadas, adorables,
que hacen absolutamente lo que les da la gana y les disgusta que
intentes imponerte, pero que a la vez te siguen por toda la casa,
vigilantes, buscando el contacto físico solo hasta el punto que ellos
quieren, ni más ni menos. En fin, una compañía absolutamente
recomendable.
Hay cientos de libros sobre gatos y a los amantes de los felinos nos gustan todos ellos, pero tal vez los tebeos son los que mejor reflejan la relación de los humanos con los gatos. Mi selección de hoy se llama "Miau" y es de José Fonollosa. Como dice Alvaro Pons en el prólogo de la segunda entrega de este comic "cuando leemos las historias de Fonollosa, no sentimos únicamente una identificación en la desgracia común, es que de nuevo se produce ese desarme que nos obliga a soltar un "Ooooooh" con ojitos llorosos pensando en que nuestros gatitos hacen lo mismo. Y, claro, uno se acojona, porque esta terrible enfermedad que es la gatofilia desafía las bases y fundamentos de la medicina moderna".
Pues ese es mi lbro recomendado de hoy, aunque solo para fans de los gatos, dudo que quien no conviva con ello pueda comprender el placer morboso que se siente ante los abusos y atropellos de un compañero peludo.
Por cierto... ¡feliz año!
Por si quedaba alguna duda, os aclaro que los dos gatos de las fotos son, respectivamente, Nemo y Yann, los reyes de la casa :)
ResponderEliminarYo recomiendo otros dos tebeos sobre gatos: Gato saliendo de una bolsa y otras observaciones (2008) y Los gatos son raros y más observaciones (2010), ambos de Jeffrey Brown. Eso sí, solo para gatófilos, resto de los mortales abstenerse!