Nuestro guía en Birmania se hace llamar Todd. Eligió como seudónimo el nombre del protagonista de una novela que, por lo que me contó, bien podría ser el barbero Sweeney Todd. Nos encontramos con él después de pasar una hora en una cola ante el mostrador de inmigración. Por aquí, como ya nos habían advertido en la agencia de viajes española, se lo toman con calma. Yo lo intento también y me dedico a mirar a mi alrededor inventando historias de quienes, como nosotros, esperan su turno con más o menos paciencia.
Desde el primero momento, Todd, cuyo auténtico nombre es Aung Aung Kyaw se mostró totalmente contrario al régimen militar, insistiendo en que él no tenía miedo de decir la verdad -sobre todo si era en español, menos arriesgado que el inglés- y que desconfiaba de que las elecciones del 1 de abril, supuestamente democráticas, fueran a cambiar la situación. Todd aprendió español por su cuenta, leyendo y viendo la televisión. Ha enriquecido su vocabulario gracias a las novelas que los turistas españoles le han ido dejando. La última, El príncipe de la niebla, de Carlos Ruiz Zafón. Dice que le resultó fácil aprender español, ya que habla francés, pero resulta increíble oírle utilizar a la perfección expresiones como “a renglón seguido” o palabras como “sincretismo”o “mameluco” y tantas otras, con un dominio del lenguaje que nos resulta sorprendente. Solo le faltan algunos conocimientos de gramática para conseguir un nivel realmente brillante. Domina a la perfección el subjuntivo y el condicional y, sin embargo, a veces comete errores en los tiempos verbales más sencillos, imagino que por influencia del francés. En ocasiones nos pregunta por el significado de alguna palabra y la escribe. A partir de ese momento se acuerda de utilizarla y de ponerla en su contexto siempre que puede, y lo hace con gran acierto.
Todd es un joven bien parecido, con una amplia sonrisa y dientes muy blancos. Siempre luce un gran sombrero que pidió que le hicieran a medida, con el que parece un mejicano, y va vestido con el tradicional longyi, una pieza larga de tela que se pone alrededor de la cintura con un nudo en la parte delantera y que proviene del sarong, las “faldas” que abundan en gran parte del sudeste asiático. A Todd no le gusta mucho llevarlo, dice que es incómodo, pero es el uniforme de la agencia de viajes para la que trabaja.
Muy cínico y bastante fatalista, Todd no tiene una visión demasiado optimista del futuro de su país. Debe pertenecer a un escala social más bien alta, tiene estudios universitarios de informático y un sueldo fijo, algo que no debe ser muy habitual por allí. Nunca ha salido de Birmania, pero el estar en contacto constante con extranjeros hace que esté exageradamente deslumbrado por el atractivo de occidente, por lo que no puede evitar despreciar y criticar todo lo relacionado con su país, mostrando un gran descontento por la situación política, el bloqueo económico, la falta de medios, las carencias sociales y todo un largo etcétera que hace eterna su lista de reivindicaciones. Por supuesto, no le falta razón, con la que ha caído y aún está cayendo en Myanmar, pero tiende a despreciar los aspectos positivos y las cualidades de su país y de sus gentes, que son muchas. En cualquier caso, Todd fue nuestro primer contacto con Birmania y nuestra fuente de información más auténtica.
Hablamos mucho con Todd estos días acerca de la situación actual. Dice que Myanmar tiene hambre de nuevos aires, por lo que defiende la apertura a ultranza. Creo que comprende los riesgos de ver a Birmania convertida en uno de tantos países asiáticos invadidos por la cultura occidental, pero dice que prefiere que su país sea influido
por occidente antes que por los chinos, que ya están dejando sus huellas por todas partes.
Es sorprendente que los jóvenes de cierta parte del mundo, como este Todd, tengan una visión al tiempo fatalista y sumisa con respecto a la vida que les toca vivir. Myanmar despierta ahora, pero la sombra tan "pesada" del país vecino, esa China con un "socialismo a la manera China", como ellos dicen, agobia. ¡Birmanos, indignaos!
ResponderEliminarContinuamos siguiéndote Silvia. Viajamos contigo a través de tus crónicas. Ya conocemos a Todd.
ResponderEliminarMola Todd. Un buen guía es una rendija por la que se filtran las sonrisas y las lágrimas de un país. Es muy importante, es enriquecedor y hace que el coste del viaje se amortice. Pero también vosotros sois un lujo para cualquier guía. Sois una ventana abierta, sin opacidades, sin cristales ni contraventanas. Aire fresco. Creo que en conjunto aprenden más ellos de vosotros que vosotros de ellos. ¡¡¡Os merecéis un capítulo independiente en esta fantástica historia de Birmania!!!
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